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  • Foto del escritorJorge García García

Mujeres que, hagan lo que hagan, ganan todo (II)




Margot Moles, como adelantamos en el artículo anterior, destacó en todas las modalidades que practicó; sobre todo esquí y hockey. Ademas de ser atleta internacional, lo fue en los mencionados deportes. Erigiéndose así como la mejor representante española de todos los tiempos. Margot nació en la localidad barcelonesa de Tarrasa —12 de octubre de 1910—, aunque su formación deportiva se llevo a cabo en Madrid. De ahí que al correr 1928, comenzara a esquiar en la sierra de Peñalara junto a su circulo académico del Instituto Escuela. Pronto comenzó a ganar carreras sociales, lo que provocó que saliera a entrenar con los deportistas más experimentados. Allí conoció al esquiador más importante del país, Manuel Pina, con el que comenzó una relación sentimental y a la vez deportiva, siendo ambos pareja de competición durante toda su vida. A su vez, Manuel Pina y sus amigos peñalaros —incluida su amiga Aurora Villa— estaban comenzando a crear un club deportivo dedicado a la natación y los deportes acuáticos: el histórico Canoe Natación Club. Margot, que también participó de ese momento, se convirtió en socia pionera e integrante de la primera junta directiva de la entidad. En 1929, además de encumbrarse como pionera del atletismo español, comenzó a jugar al baloncesto y al tenis, a la par que se inició en la natación, la conducción de motocicletas y el arte de la equitación. Margot era la deportista, en la máxima expresión de la palabra. Más tarde, tras destacar en diversas competiciones náuticas regionales, dio el salto al hockey. La campeona atlética y de esquí, compatibilizándolo con su puesto de profesora de Juegos y Deportes, se convirtió en el as nacional del deporte femenino, sobre todo tras ganar varias pruebas internacionales. En esos años, Margot no perdió el tiempo y fue capaz de lograr campeonatos de España en todas las disciplinas. En hockey, lo hizo gracias a su equipo, el Athletic Club de Madrid, donde ejercía, además de capitán, de defensa central; se convirtió en campeona nacional en 1934, 1935 y 1936, tras haberse proclamado anteriormente campeona de Castilla. En dichos títulos, Margot fue la pieza clave, no solo defendiendo, sino también atacando y anotando algunos de los goles decisivos, como el que marcó en el último minuto de la final de 1935. El mismo año en que se produjo su debut internacional en esta disciplina. Margot, titular indiscutible de la selección española desde el primer partido gracias a sus cortes prodigiosos, aportó toda su experiencia desde la zaga en aquellos históricos encuentros. 1936 fue el año de la culminación deportiva de Margot Moles, pues se convirtió en la primera campeona de España de esquí en competición oficial —hasta ese momento se habían celebrado competiciones nacionales oficiosas, las cuales también había ganado ella—. Asimismo, logró su clasificación para los Juegos Olímpicos de Berlín en las modalidades de atletismo y hockey. En esta última disciplina tras lograr el equipo nacional el tercer puesto en el torneo preolímpico celebrado en la propia capital germana. Esa estancia en Alemania fue la segunda de Margot en pocos meses, ya que en febrero acudió a Garmisch-Partenkischen para disputar los Juegos Olímpicos de Invierno. Margot, junto a su compañera de club, Ernestina Maenza, se convirtió en la primera mujer en representar a España. Lo hizo en la prueba combinada, compuesta por descenso y slalom. En el primero sufrió una caída que la precipitó a un riachuelo, aunque se rehízo y volvió a la pista para caer dos veces más antes de llegar a meta. Tras su accidentado descenso, no tuvo fuerzas para competir al día siguiente en el slalom. A pesar de ello, tuvo el privilegio de ser la primera española en acudir a dicha cita olímpica. Y ese hecho, la aupó aún más en su conquista social. En aquel momento todo era felicidad para ella y su marido, aunque, como bien sabemos, unos meses después todo cambió para la pareja tras producirse un giro completo en sus vidas. Tras la brutal muerte de Manuel Pina, Margot, imposibilitada para cualquier cargo deportivo, tuvo que sobrevivir en el Madrid de posguerra confeccionando trajes de punto y jerséis para salir adelante junto a su hija. A ese oficio le dedicó día y noche, durmiendo apenas unas horas. Solo volvió a aparecer públicamente en 1981, cuando se rindió un homenaje a las pioneras del deporte español. Poco después se le diagnosticó un cáncer de pecho, y aunque salió con éxito de la operación, recayó años más tarde. La fortaleza de Margot no pudo con el tumor y murió el 19 de agosto de 1987. En ese homenaje de 1981 estuvo con ella la deportista que se adelantó a su época, su intima amiga Aurora Villa, que, durante los años treinta, también destacó en diferentes especialidades mas allá del atletismo. Aurora Villa Olmedo nació en Madrid el 16 de octubre de 1913, en el seno de una familia de arraigada tradición musical y con un círculo de amistades donde estaban los grandes genios musicales de la época: Joaquín Turina y Pablo Casals. A partir de 1926, en base a la educación del Instituto Escuela, Aurora comenzó a destacar en el deporte, especialmente al aire libre y en la montaña de Peñalara. Allí despuntó en excursionismo, esquí, natación y piragüismo —llamado por entonces canotaje—. Ella fue cinco veces campeona de España de atletismo, pero disfrutaba más en las excursiones, la montaña, la nieve, los ríos o las lagunas. Desde 1930 le unía cierta amistad con Cesar García Agosti, reconocido deportista —esquiador y nadador— y apasionado de la naturaleza. Muy pronto entablaron una relación amorosa y a partir de entonces, sin ser su entrenador, Cesar le guió en las técnicas deportivas de ambos deportes. Aurora consiguió de esa manera despuntar en las pruebas nacionales, alzándose con diversos campeonatos de Castilla y con varios subcampeonatos de España de esquí —detrás de Margot Moles— y de natación —detrás de Carmen Soriano—. En el verano de 1933 se produjo su incorporación a la Universidad de Madrid. Y durante la carrera de Medicina, creó dentro del colectivo de la Federación Universitaria Escolar diversas secciones deportivas para la mujer. Además, la vida universitaria le abrió las puertas de nuevos deportes. Allí comenzó a jugar a los novedosos balonmano y baloncesto, convirtiéndose nuevamente en pionera de una especialidad deportiva en España. Aurora se encargó de formar y liderar el equipo de Medicina, en el que destacó como máxima goleadora de la competición de handball. En el baloncesto también destacó entre los círculos universitarios, pues aún no existían competiciones federativas en Castilla —comenzaron en 1935—, por lo que fue seleccionada para viajar hasta la capital portuguesa con el propósito de jugar un partido internacional contra las jugadoras de la Universidad de Lisboa. Un encuentro que corroboró el progreso del deporte femenino español en los años treinta. A pesar del amor que sentía por el deporte, Aurora prefirió estudiar Medicina, rechazando seguir en la rama de Educación Física —era profesora de Juegos y Deportes—. Sin embargo no quiso que el deporte femenino en Madrid se estancara. Por eso también fue una de las fundadoras del Club Femenino de Deportes, una entidad creada en 1935 y construida a semejanza del Club Femení i d´Esports de Barcelona que veremos en el próximo artículo. Tras la guerra formó parte del Atlético de Madrid y del equipo del Sindicato Español Universitario —donde también fue monitora—, compitiendo en las modalidades de hockey y balonmano respectivamente. Aunque lo hizo brevemente, a principio de los años cuarenta, pues tras formarse durante años en Gran Bretaña desarrolló con gran maestría la Oftalmología, profesión que ejerció con auténtica devoción hasta los 84 años. Cinco años después, el 9 de noviembre de 2002, dejó para siempre esta vida, aunque no su legado, que pervivirá para siempre en el deporte español.

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